Llevados por el Deseo

Hay que aclarar que esta película es bipolar, entonces, sus personajes también lo son. Con ellos puedes reír, quedar con una interrogante enorme, pero también ver reflejadas partes de tu personalidad o por lo menos de algunas de las personas que conoces. Bipolar porque pasa del odio al amor, de la mentira a la verdad sin dejar respiro. Bipolar porque, a ratos, pareciera que estuviéramos en una sala de teatro y no en un cine. Bipolar porque demuestra que un gran porcentaje de gente anda en busca del amor, desesperadamente, aunque demuestre lo contrario. Mike Nichols (El Graduado), su director, hace lo que más le gusta, mostrar lo errado en las relaciones humanas; sus complicaciones y las soluciones apresuradas, es decir, las equivocaciones. Una stripper (Natalie Portman), un escritor frustrado (Jude Law), una fotógrafa divorciada (Julia Roberts) y un dermatólogo un poco bruto (Clive Owen) son quienes gracias a impecables actuaciones retratan a estos personajes inclasificables. El filme no cae en el sexo oportuno, ni en el romanticismo poco creíble, los personajes son bellos y cerebrales, instintivos pero poco honestos con lo que sienten. Esa falta de carnalidad, de sábanas y piel, se sustituye con los rostros, las preguntas y sus pensadas respuestas, con la transparencia de sus gestos. Aunque a ratos todo parezca un poco forzado. Y puede que eso se note más al saber que antes que todo, Closer fue una pieza teatral, y el sonido ambiente de la mayoría de las escenas ayudan a provocar ese sentimiento. Law y Roberts cumplen con su trabajo de forma prolija, pero Owen y Portman sobresalen, el primero por su honestidad y la segunda por el misterio que encierra su mirada, que la aleja de cualquier rol ejecutado por ella en toda su filmografía. Lo mejor de Closer es que al salir del cine, hace que nos preguntemos cosas, que comparemos las vidas fragmentadas de estos personajes con las nuestras, y que al igual que Law al mirarnos al espejo, optemos por salir corriendo.