Still I See Monsters

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Llega la hora en que debo dar explicaciones aunque no quiera decir nada, aunque mi seudo-ideología no lo permita y tenga demasiado claro que no me sirve. Un minuto en que supuestamente debería estar haciendo algo y la verdad es que no pasa mucho, por no decir nada. Un segundo en que veo un rostro en primer plano preguntando por “mí vida” y esperando una respuesta satisfactoria que no llegará aunque espere eternamente. No tengo claro que responder. No hice lo que esperaban que hiciera. No tengo lo que debería tener y sí muchas cosas que no tienen importancia para los demás. No estoy con quienes debería estar y no conozco todo lo que debería. Para muchos no soy parte de... Lo que sí tengo son horas muertas, mucho tiempo para pensar, entonces tarde o temprano llego a la fase en aquellos pensamientos se transforman en una masa sin forma, con muchas calles por recorrer pero que no conducen a ningún lugar, aunque exista el tiempo para buscar la salida. Simplemente me quedo con la alternativa de quedarme sentado en un parque con árboles a los que soy alérgico. Una ensalada mental que se transforma en sueños en donde veo como mi "otro yo" deja una bomba en aquel lugar que conozco perfectamente, como en The Fight Club, o en donde la gente cae muerta sin sentido como en aquel libro de Douglas Coupland, o creyendo que estoy atrapado en algún video de Chris Cunningham. Mucho historial pop. Mientras tanto pasa mucha gente que quiere un minuto y no quiero siquiera dárselo porque no estoy dispuesto a hablar lo que todos hablan, a explicar lo que todos explican, a llegar al nivel que todos llegan, salir donde todos salen y tomar lo que todos toman, porque históricamente se ha hecho y supuestamente divierte y es lo normal. Lo hago, pero no duro tanto tiempo en el efecto, no resulta. Tampoco puedo estar encerrado o vivir de una forma e imaginar otra que genere risas como si estuviera en la mente de Woody Allen. Prefiero seguir escuchando esa canción de seis tristes minutos que hacen reir y que dice, “the bar is a beautiful place”. Ya no hay muchas ganas de buscar el camino amarillo, pero todos se encargan de decirme que voy bien, que estaré increible, que soy bueno, que salgo del promedio, que no hay nadie como yo. Pero el ego ya no se infla, ya no existe y no es por la frase repetida de haber encontrado la espiritualidad. Ni siquiera fue una opción. Solo no existe. Ya no siento lo poco que sentía antes. Ya no me interesa buscar mariposas en el estómago o voces inexistentes. Solo queda entrar en las historias de otros, en las imágenes de otros, pero no en la vida de otros. De aquellos que dicen "si volviera a nacer haría lo mismo". No les creo. Espero que nunca. Pero existen momentos en que la batería se carga, pero cuando quiero ocuparla se agota sin aviso. Hay instantes en que pretendo entrar donde todos entran pero no hay más espacio o los que existen los lleno mentalmente para poder salir sin culpa. Hubo un tiempo en que creía que podía ser diferente, pero no es así, ya cansa creer en los experimentos. No, no sirve y no servirá la autoayuda, tampoco las frases hechas. Son repetitivas, no son prácticas, no las creo, las he leído y escuchado muchas veces. La gente que era única se multiplica en otros y cada día los veo en diferentes esquinas haciendo lo mismo, comprando lo mismo, hablando sobre lo mismo, creyendo ser importantes cuando no conocen más que el metro cuadrado a sus pies. Saliendo bien en una fotografía que no les durará por siempre y que además es digital. Colores pixelados que no significan nada pero en donde me encuentro. Lo saben, pero es una droga fuerte, duradera y sirve para matar el tiempo. Diferentes formas de vida pero al final tan iguales que no puedo distinguir quien es quién o dónde estoy en el mapa. No quiero entrar en el juego, pero tarde o temprano lo haré. Las preguntas se harán más frecuentes llegando a ser una tortura. Lo que esperan o imaginaron se transformará en una meta personal que no elegí. No puedo abstraerme más, seguir haciéndolo sólo influirá en un no existir. Por eso tendré que ser igual, vivir igual, sentir igual. Aunque no sienta nada. Soy ficción. Esta historia no se escribe... solo es temporal.

“People are shouting, people are freaking. I´m staring at the ceiling, waiting for the feeling makes me want it harder, makes me want to be a little stronger. Still i see monsters, still i see monsters...” (Ryan Adams – Love Is Hell, Part 2)