Maldito Placer

"Los placeres culpables no existen" me dijo alguien un buen día. La verdad, eso confirmó mi pensamiento de que lo peor es negar algo o disfrutarlo sólo en ocasiones "especiales". No, no es nada complicado, sino de algo tan simple como la música. Algo que debería ser simple, a veces, se vuelve tan estructurado para pertener a un grupo específico, escuchar algo que debe pasar por un filtro estético y hasta tener conocimientos específicos para preguntas tipo ¿cuántas bandas hay en Islandia?... da miedo. Es como las frases celebres "no veo tele" o "no como chatarra" y después opinar que la tele es mala o la chatarra es de plástico. Los buenos o los malos.

Claro, eres rockero, hiphopero, pop, metalero, garage, indie, punk, electrónico, indietrónico, etc, etc... y te debes vestir así.. o no eres nada. Pero independiente del gusto "verdadero" existen, por ejemplo, fiestas llamadas Kitsch en donde la gente se divierte solo porque es un placer "culpable" o canta "baila baila sin parar, baila baila sin pensar..." con gusto, o "Maldito Amor, no digas que no sientes nada..." como si se acabara el mundo. Pero después cuando le preguntas de ¿Qué música te gusta? responden que solo escuchan Matmos o Kruder & Dorfmeister. Obvio. No digo que sea malo que alguien baile Daddy Yankee y luego se pasee por el forestal escuchando a Sondre Lerche con cara de afligido, pero se niega, es casi una verguenza reconocerlo. Ejemplos simples hay muchos, como pedir a gritos una canción de "Ace of Base" y en una conversación decir que lo único que conoce de la música Sueca es Jens Lekman o The International Noise Conspiracy. O claro, que han escuchado a Madonna, pero los covers "Ciccone Youth" de Sonic Youth, lo demás no se puede tocar, es pecado mortal por rasca. No suena bien en una reunión social en donde se escucha Sigur Rós, que es igual a otra cosa, pero con diferente envoltorio y lo más importante: onda. Y no solo pasa entre quienes escuchan música, sino en quienes la componen. Chile es un país anti-pop aunque casi todo tenga esa estructura. Todo se disfraza con maquillaje rockero, pero al final Kudai, La Ley y Saiko terminan sonando y teniendo un look parecido (veamos el caso de escucharlos en otro mercado, como el mexicano, sin los prejuicios de por medio), solo se diferencian en que unos tocan instrumentos y los otros están aprendiendo a tocar. Y lo mismo con quienes creen ser originales y solo muestran una versión con una nota distinta de la misma canción. No es malo, pero hay que ser realistas ya que, supuestamente, hay diferencias, muchos por no componer una melodía "radiable" y sí una "profunda" se creen superiores, y en este caso hablo de músicos profesionales, no de interpretes profesionales. Artistas afectados. Ese es otro tema. La cosa es que hay gente peor que los fundamentalistas religiosos. Personas que creen tener la razón en que todos son unos vendidos y que en lo que ellos escuchan se encuentra la verdad, una especie de iluminados que enseñan el camino. Pero claro, se dan espacio para tener sus "placeres culpables", porque es como pecar sin confesarse, nadie lo sabe más que su superior. En este caso sus límites, esos que no les permiten mirar al lado y salirse de lo que deben seguir. Mmmmm, el tema se repite cada cierto tiempo... cada quien se inventa un personaje interesante, que escucha música interesante. Una doble vida musical en donde siempre existe el maldito placer.

"Esquemas Juveniles" se llama el disco de Javiera Mena, una suerte de Stereolab+Daniela Romo sin definiciones Kitsch. Es solo pop según ella. La chica símbolo del indie local cuenta como hizo fila para conseguir un autógrafo de Ana Gabriel Aquí...