il Dissoluto Punito... primera parte

La mayoría de las veces me resulta más fácil decir No que Sí, pero esta vez fue diferente. Cuando me dieron el aviso ni siquiera lo pensé y llegué al lugar en que me dijeron: “serás un criado…el lunes debes estar a las 4 de la tarde” Y claro, sin saber mucho de qué se trataba todo entré a la Sala Arrau del Teatro Municipal, en donde gente vestida de negro leía música y solistas extranjeros cantaban las aventuras de un mujeriego. Todo muy artístico, en el sentido más serio de la palabra. ¿Alguien dijo fome? No. Bueno, a veces. Al segundo día alguien tomó medidas, me pidió el número de calzado y ya no podía arrepentirme. "¿Tienes experiencia actuando?" Eee…….. La pregunta asustó, pero al final no era necesario. En ese minuto aparece Matías Cambiasso, el asistente de Regisseur encargado de los primeros ensayos de “Don Giovanni”, la ópera con la que se cierra las producciones relacionadas con el aniversario número 250 del nacimiento de Mozart. Una gran mentira, de esas que da gusto ver de lo bien hechas que están. Claro, escenografía, música, utilería, vestuario, maquillaje al servicio de la historia del Don Juan más famoso de la historia. Pasó un rato y una mujer “gritó” por más de un minuto y ahí me di cuenta de la realidad: estaba metido en una de las cientos de producciones del Municipal siendo testigo desde el inicio, y esa mujer no gritaba, estaba pre-calentando su voz. Claro, algunas veces fui al Teatro, estuve sentado presenciando una ópera, pero ahora podía saber qué hay detrás, esos momentos que incluyen pequeños accidentes (una carreta a la que se le escapa una rueda), retos (un director de escena pidiéndole a los cantantes líricos un poco de actuación), risas en pleno escenario(cantantes bromistas), enojos (coro queriendo más participación) y, por sobre todo, largas horas de ensayos. “Yo soy el corazón de esta ópera…” dijo Rani Calderón, el director de orquesta que parecía poseído por Mozart, mientras Michael Hampe, el Regisseur les dice con mucha pasión a los cantantes “Voy a tirar por tierra toda su educación lírica, pero a nadie le importa que canten bien, lo que quiere el público es verlos actuar…” o algo así. Silencio... Y es que claro, antes de la llegada del alemán poca expresión había, sino algo parecido a “actuaciones de los años 20” como alguien dijo como comentario de pasillo. La verdad, mucho de sobreactuación se ve en el escenario, pero también fuera de ese espacio. Y es que además del espectáculo, existe otro en los camarines, que van desde gente que se cree la máxima estrella de la actuación hasta consejos “artísticos” que parecen más una frase para el bronce, además de cuentos sobre fantasmas en el teatro, melodías malditas, gente un poco loca que busca quien sabe qué entre los palcos y otro tipo de información que es mejor dejar guardada. La cosa es que existen dos elencos: el internacional y el nacional. Muchos dirán ¿para qué tanto si el Municipal está en crisis desde hace tiempo? Pero así es. Un ruso (Denis Sedov) es Don Giovanni, pero también un chileno (Oscar Quezada). Y así con todos los cantantes, entre los que se cuentan Mauricio Lo Piccolo, Nicoleta Ardelean, Dimitri Voropaev, Gleb Nicolsky y los chilenos Patricio Sábate y Carolina Ulrich (que le gana lejos a las internacionales). Ellos, más el elenco nacional, creo, aprendieron un poco de actuación con el alemán Michael Hampe, que de verdad actuaba toda la ópera, cantaba todos los textos y se sabía cada personaje como si fueran su creación. Un espectáculo aparte. Mozartíssimo. Como hay elenco internacional y nacional, los precios también cambian, desde $8.500 a $85.000 el primero y desde $3.000 a $31.000 el segundo. Pero en las dos está la misma preocupación y la misma intención de hacer más teatral que sólo vocal esta versión del “libertino” que tuvo 1.003 chicas en su paso por España…. 1.003!!!!! Eso antes de que empezara el show, se atascara la escenografía y se cayeran las cosas. Antes de salir ya me imaginaba en el suelo al medio del escenario, que el candelabro volara por el aire, que se me cayera el moño que me pusieron el pelo o quedar pegado mirando al publico sentado en las butacas. Distracciones que se olvidaban al escuchar a la Orquesta Filarmónica, ahí todo se olvidaba... pero todavía no comenzaban las funciones.

Continuará…

Boceto: Germán Droghetti Agradecimiento especial: Eve