il Dissoluto Punito... segunda parte y final

La gala de “Don Giovanni” fue auspiciada por un banco. Gente muy producida entraba al Teatro Municipal mientras los carabineros resguardaban las calles cercanas ¿Por qué? Según comentarios al interior del recinto se temía la presencia de los músicos despedidos que podían boicotear la última ópera del año. Claro, los echaron y en los diarios aparecieron desde acusaciones de robo de instrumentos hasta declaraciones de la Ministra de Cultura. Distintas versiones para un mismo caso. Y es que muchos creen, todavía, que la “Corporación Cultural de Santiago” es manejada directamente por el gobierno. No es así, sino que el alcalde de Santiago es su director. Para muchos, también, ahí está el problema. Pero el Municipal ha estado en crisis económica desde hace años, y por estos días hasta problemas con la inspección del trabajo han aparecido en la prensa. Todo eso se siente al interior del teatro en las caras de los trabajadores, pero la frase “The Show Must Go On…” puede explicarlo todo. Existe un fin, que es mostrar un buen espectáculo lleno de detalles, aunque existen muchas cosas que no se entienden en el manejo de entidades culturales como, por ejemplo, la falta de dinero y la contratación de solistas, músicos y directores de escena extranjeros. Por eso, quedarse solo en lo bonito sería casi mentir, pero ese es otro tema y no existe un completo conocimiento. Para el día del estreno las instrucciones eran llegar una hora y media antes del comienzo de la ópera. ¿Para qué? Maquillaje, vestuario, etc. ¿era necesario estar esa hora y media antes? No, porque los demás días llegue minutos antes de la función y todo funcionó correctamente. Pero llegar y sentarse para que alguien empiece a “trabajar en tu rostro” como me dijo la señorita puede ser traumático. Claro, sin experiencia en esas cosas el ojo tirita mientras un lápiz quiere pintarlo. Pero así es: base, polvos, lápices, patillas, moño, gel , laca, mouse, aunque lo peor son las orquillas. Nadie dijo que esto era fácil. Más, al ver gente con ganas de ser una estrella al llegar a maquillaje exigiendo ser atendido mientras hay una decena de personas esperando. Se estrena un show pero atrás del escenario se siente igual que un ensayo, los tiempos son los mismos, hay que estar listo a la hora, atento a las salidas, etc… Eso los primeros minutos, pero al mirar un monitor en donde se veía al director de orquesta haciendo su trabajo y al público tras él mirando atentamente la cosa es diferente. Por entre la escenografía trataba de mirar a los asistentes y poco se veía, pero se sentían y mucho. Miedo. ¿Debía preocuparme si mi participación era menor? No. Pero igual pasa. La gota empieza a caer, se siente la música y el escenario se acerca... ahí es cuando se comienza a disfrutar, recordando que no tengo nada que ver con este mundo. Pero todo bien, aplausos, flores para los solistas y sonrisas entre la gente de la producción. Siguientes funciones y cuando faltaba gente había que reemplazar, así que de “criado de Don Giovanni” pasé a “Criado de Doña Ana y Don Giovanni”, mientras otros pasaban de músicos a campesinos. Todo se veía bien desde el público, es más, increíblemente bien para como se ve en los ensayos y desde atrás. Porque claro, uno puede nada más que imaginarse el “corte final” mirando un monitor en la sala de espera. Por eso que parte de la escenografía se quede atascada por unos minutos y ver como funciona la gente, que alguien haga sombras gigantes en las proyecciones, que falte una espada y que le pongan ají a los instrumentos de mentira que deben usar algunos, son cosas que la gente ni siquiera se imagina. Eso, sin olvidar que para muchos hay óperas malditas. Aunque es cierto que muchos de los "artistas" que trabajan en el Muncipal no recibieron pagos por meses trabajados e impuestos no declarados, y en Internet se pueden encontrar declaraciones como "El teatro Municipal, símbolo de la aristocracia chilena (no de la cultura), de esa rancia, con harta joya en la platea", ex trabajadores denunciando una mafia empresarial, relatos de la ópera suspendida y hasta preguntas al alcalde (¿Alguna vez a asistido a ver alguna de las espectaculares puestas en escena de las innumerables óperas que han interpretado la orquesta y el coro del Teatro Municipal?), lo que se vive adentro hace olvidar todo, hasta la gente que desde la calle mira hacia las ventanas a la gente vestida como para la noche de brujas. Pero, claro, todos pueden tener una opinión, si es que hay información, y mucha ha existido por estos días respecto al tema. A pesar de todo la experiencia fue buena, pude saber un poco del funcionamiento de una entidad cultural tan expuesta durante el último tiempo y, además, conocer gente que le gusta mucho lo que hace. Porque mucha gente así se encuentra en ese viejo edificio. ¿Lo volvería a hacer? No lo tengo claro.