Mediadrome

Se terminó el Festival de Viña del Mar y pasarán algunos días más para que la prensa de espectáculos se acuerde de otros temas. El Transantiago comenzará a funcionar (esperemos) correctamente y las secciones de crónica y política esperarán otro hecho noticioso y, por supuesto, llegará el invierno y nuevamente los periodistas que soñaron con un primer reporteo que cambiaría los medios, tendrán que meterse hasta la cintura en las calles inundadas.
Y la rutina de los medios continúa como si nada, y al parecer nadie piensa en proponer sino en mantener una cultura en que el periodismo se convierte en la carrera menos importante de todas. Todo es uniformidad, en la prensa escrita se siente la falta de aporte, de creación de pautas, el llamado “rigor” que yo no tengo pero que espero encontrar en el medio que me informa. Algo que se ve también en las agrupaciones de blogs que reproducen la información de estos. Y lo mismo pasa con lós portales “alternativos” en Internet. Cuando alguien encuentra un nuevo artista indie Folk, todos los demás lo conversan en sus reuniones de pauta, se dan el pase y los amigos escriben de sus gustos.

Quienes tienen los principales periódicos todos los días a la mano, podrán darse que cuenta que la mayoría de sus páginas sirven para envolver pescado, no al día siguiente sino el de la fecha de edición. Al prender el televisor, un recorrido por la oferta deja en claro que los temas son los mismos y cuando aparece algo diferente, aquellos periodistas y seudo - intelectuales que critican la “farandulización” de los contenidos por el rating siguen reproduciendo de la forma en que reportea SQP: viendo tele. Ni siquiera miran al lado, no dan la oportunidad.
Se entiende, antes que todo pasa por lo comercial, tener que vender páginas, publicidad, “golpear” con el último recurso de la modelo o la canción igual a todas del “compositor” romántico. Digamos, es necesario. Pero ¿no existe otro espacio? ¿Nadie quiere mostrar otra realidad? Han existido, sí, quienes vendieron esa pomada de la vanguardia y terminaron en la mesa de un matinal hablando de la guagua de alguien más, que es igual que aquellos que no dieron cabida a un tema por no ser tan “alternativo” y tarde se enteraron que hay que transar un poco.
Cada cierto tiempo aparecen personas que pretenden cambiar las cosas pensando que el “público” también quiere algo diferente, pero no pasa nada, no es rentable, porque es mejor seguir ganando 10 millones de pesos por bailar reggaeton y conducir un programa a la vez, o hacer una revista para el ejecutivo de cuenta de una agencia de publicidad que piensa en la última publicación que compró en New York será grito y plata en nuestra sociedad de la copia. Recuerdos de que algo un poco, poquito, pasó la prueba del tiempo, no hay registros claros.
Por todo esto las carreras ligadas a la comunicación deberían ser técnicas o cerrarlas, o por último renovar el mercado con toda la masa que sale de la universidad creyendo que trabajará en CNN y termina haciendo cualquier cosa, mientras la mayoría de los periodistas cree que no existe la falsa conciencia. Ese cambio drástico podría servir, pero el problema es mayor, porque involucra el dinero, la publicidad, la oferta y la demanda, porque de algún lugar tiene que aparecer el cheque de fin de mes para el “comunicador”. Comprensible, pero latero.