Es tiempo de Mirageman…

Pasaron meses para que la segunda película de Ernesto Díaz llegara a las salas de cine. Claro, unos pocos pudieron verla durante el 2007 en festivales de cine nacionales e internacionales, logrando el codiciado “premio del público” en algunos de ellos. Ese pasado muy reciente queda en evidencia en esta cinta con micros amarillas que recuerdan algunas frases gubernamentales como "el Transantiago le cambió la cara a la capital” que hoy resultan inverosimiles ante un superhéroe tan, ejem!, realista como Mirageman.
El enmascarado hace poco se presentó en el Festival de Cine de La Habana y hasta recibió un alentador comentario de Harry Knowles (Ain’t It Cool News Aquí) quien luego de su exhibición en el Fantastic Fest de gringolandia señaló que Mirageman es "una de mis películas favoritas de superhéroes de todos los tiempos”. Inclusive Magnolia Pictures (quienes internacionalizaron la cinta coreana The Host) la distribuirá en Estados Unidos.
La dupla Zaror – Díaz ya habían trabajado en “Kiltro”, y aunque tienen símbolos que las conectan, esta vez lo hicieron con menos presupuesto y sin mucho maquillaje, menos pretenciosa puede ser... Claro, las locaciones son las calles que muestran un héroe atípico: no tiene poderes asombrosos, ni siquiera un traje muy parafernalico, sólo es un guardia de seguridad del Passapoga que de un día para otro se transforma en el guardián de una ciudad, en el modelo a seguir de su hermano traumatizado (Ariel Mateluna), en el siguiente peldaño de una periodista farandulera (María Elena Sweet) y en el compañero ideal para Pseudo Robin (Iván Jara).
Pero las cosas no le resultan tan fácil, desde buscar su traje de héroe en las tiendas de ropa usada hasta el trato de “amariconado” que recibe en las calles, las cosas no lo amedrentan para llevar un poco de justicia a un país que necesita una solución: desde “carteristas” hasta las redes de pedofilia. Y es que la película también va creciendo desde la ironía/absurdo y las peleas que sacan risas, hasta la sangre y problemas más profundos (dentro de esta historia por supuesto, hay que ver el contexto que nos presenta y no compararla con películas seudo intelectuales chilensis), sin alejarse un minuto de ser localista.
Mirageman tiene muchas peleas y junto a Kiltro se transforman en “culto” o material freak en una cinematografía local que no puede estar más alejada de las artes marciales y sí muy preocupada por el "cine arte". En ella Zaror sigue siendo el Zaror de Kiltro, es decir no hay mucha actuación pero está bien… el problema es que se supone que “Mane” Sweet es actriz, pero eso se olvida cuando los ciudadanos piden ayuda vía email, pseudo robin ofrece unas motos prestadas y héroe de la máscara azul sale a repartir patadas voladoras.
Pero la demostración de las capacidades físicas de Marko Zaror más los típicos buenos y malos no son suficientes para esta dupla, que con cámara al hombro (y editada en un notebook) presenta una película que incluye traumas, venganzas y un superhéroe si poderes, sin plata y tercermundista, pero con David Bowie (igual que en Kiltro) como parte de su banda sonora. Todo esto la hace LA película chilena para iniciar este año. Imperdible.

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