Me senté en la barra. Preguntó si estaba solo. Asentí. Sonreía todo el tiempo. Después de unas horas me propuso irnos de aquel bar. ¿Tu casa o la mía? La tuya, dije. Caminamos por calles mojadas hasta llegar a un escondido edificio. Subimos riendo y tropezando cada dos pasos. Tomamos un trago mientras nos desprendíamos de nuestra ropa camino a una desordenada habitación. Comenzó la música. Me fui a negro. Desperté sin saber dónde estaba. Alguien dormía apaciblemente a mi lado. Me vestí preguntándome por qué se repetía la historia. No dejé una nota. Cerré la puerta con cuidado. En el ascensor trataba de repasar lo sucedido sin conclusiones acertadas. Todavía somnoliento caminé buscando mi auto cerca del lugar del encuentro nocturno y me fui sumando otro nombre sin recordar.
2 comments:
eso dicen todos, asi son todos los hombres...
es más facil echarle la culpa al copete...
Era un cuento... plop
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