Si fuera músico, sería ser como Ryan Adams, un cantante extremadamente productivo, que tiene la lengua más larga que nadie, al que le dan lo mismo la crítica y que sabe como decir la frase precisa para aumentar su popularidad, “No me interesa en absoluto vender millones de discos. No necesito el éxito. Siempre me ha movido hacer discos realmente buenos. Creo que el número de personas interesadas de verdad en la buena música no es muy amplio. Así que, ¿por qué habría yo de intentar competir con un puñado de retrasados?”, por ejemplo.
Nació en Carolina del Norte, Estados Unidos, pero aprendió todo New York, Nashville y los Angeles. Al aparecer su segundo disco en solitario, “Gold” fue llamado el nuevo Bruce Springsteen, pero también al escucharle se recuerda a Bob Dylan, Rolling Stones, Gram Parsons y, sin duda, a Jeff Buckley, uno de los íconos de la música sin adornos. Independiente de buscar en el pasado, grupos como Starsailor o Kings of Leon, reconocen en él una influencia.
Es verdad que su parada no es más que Sexo, Drogas y Rock n Roll, pero dentro de un panorama que se nutre de Velvet Underground (The Strokes), Duran Duran (The Killers) o Stone Roses (Kasabian), es mejor escuchar la frescura y renovación de músicos solistas que vuelcan sus emociones en letras que se perciben más reales. Además un cantautor en cualquier parte del mundo sigue siendo un cantautor, y si trabaja sus escritos desde el rock, mucho mejor.
Ya a sus 31 años acumula una intensa trayectoria como solista y como miembro de Whiskeytown, banda de neo country con la que grabó tres discos, pero cuando apareció su primer disco solista “Heartbreaker”, dio que hablar, ya que contaba con el apoyo mediático de Evan Dando (Lemonheads), Glyn Johns (productor de los Who y Stones), James Iha (Smashing Pumpkins), James Walsh (Starsailor) o de sus invitados: Emmylou Harris o Adam Duritz de los Counting Crows, más al admiración pública de Elton John, Mick Jagger, Keith Richards, Alanis Morrissette, o de Wynona Ryder, a quien está dedicado ese álbum. Por aquello, elige muy bien con quien colabora, como al cederle el tema “This one’s Gonna Bruise” a Beth Orton, o cantar con ella “Concrete Sky” en el disco “Daybraker” de la británica.
Y es que regalar una canción a otro artista no es nada para alguien tan productivo como Adams, que en un año edita tres discos, como el 2003: “Rock N Roll”, un disco muy mal criticado por querer ser más de lo que logró, pero también “Love is Hell” un trabajo en dos partes que ofrecía canciones tristes sobre los aspectos menos agradables del amor: pesimismo, miseria, muerte física, desolación, nostalgia, con pianos y guitarras.
Es así como una versión de “Wonderwall” de Oasis, incluida en este disco, que fue nominada al Grammy por mejor interpretación vocal masculina. Pero la productividad no para, hoy anuncia un disco doble titulado “Cold Roses”, realizado junto a la colaboración con The Cardinals y además se anuncia otro trabajo titulado “Jacksonville”, homenaje a la ciudad donde nació y un trecer trabajo titulado “29”, junto al productor de su primer disco solista, Ethan Johns (Kings of Leon), además de una gira. ¿Cómo no va a ser bueno ser rockero?.
1 comment:
Eres el primer blog al cual entro y debo reconocer que lo seguire leyendo. Me gusta el rock pero a Adams no lo conocia. Comenzare a bajar cosas de el de inmediato.
éxito
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