Tuesday, October 14, 2008

El jazz de las fotos en B/N

"Antes, era el músico y yo. Conocía su trabajo y le pedía que se fiara de mis instintos. Después debía contar con el director de arte, el manager, el abogado, el directivo de la discográfica, el maquillador, el estilista. Sencillamente, dejó de ser divertido".

William Claxton supo cuando Chet Baker no volvería atrás. La adicción a las drogas lo había marcado y no era el mismo en sus fotografías. La mirada del músico cambió y la era dorada del jazz terminaba. Porque una cosa era lo que transmitían las imágenes capturadas y otra muy distinta la realidad. Algo de eso aparece en sus declaraciones en la biografía del ícono del cool jazz “Deep In a Dream: la larga noche de Chet Baker” (James Gavin). Cuando era adolescente a Claxton le gustaba ver en vivo a músicos como Duke Ellington. Comenzó a tocar teclado y saxo, pero no le fue bien. Su instrumento sería una cámara fotográfica. En sus visitas a clubes de músicos emergentes inmortalizó las “jam session”, y por esos días el fundador de Pacific Jazz Records le ofreció el trabajo ideal para un melómano de la época: sus fotografías serían las portadas de los discos del sello. Thelonius Monk, Dina Washington, Dizzy Gillespie, Billie Holiday, Charlie Parker, Sarah Vaughan, Miles Davis y Stan Getz fueron algunos de los nombres que pasaron por su lente, siendo el mal mirado por otros músicos y además blanco, Chet Baker, quien se convertiría en un mito gracias a sus fotos, que ocultaban la falta de un diente, la droga y sus “malas intenciones”. Desde ahí gente como Steve McQueen, Frank Sinatra, Jonie Mitchell y Bob Dylan entraron en su catálogo y algunos jazzistas le dedicaron temas como Sound Claxton! (Al Cohn) y Clickin' with Clax (Shorty Rogers). A finales de los ’50, y cuando el jazz comenzó a fusionarse con todo lo imaginable, Claxton se pasó a la moda. Su mujer, Peggy Moffitt, posó en un traje de baño topples (Aquí), armando una gran polémica para aquellos años de cambio (pre hippies, pre feminismo). “¿Iba a dejar que mi mujer enseñara sus tetas en público” No, sólo yo podía fotografiarla y Peggy nunca desfilaría con el bañador en público”, dijo. La fotografía, además de ser un hito en el desnudo femenino fuera del porno, le abrió camino en revistas como Life y Vogue. Uno de sus mejores trabajos es el libro “Jazz Life” (Taschen). Páginas que fueron el resultado de un viaje de tres meses por Estados Unidos, junto al periodista alemán Joachum Berndt, para documentar el pasado glorioso y la caída del jazz. Algunas tomas retrataban como los locales de música en vivo se transformaban clubes de stripers, algunos músicos posaban entre rejas por consumo de drogas, o como Louis Armstrong “teloneaba” a Marlene Dietrich en Las Vegas. Esto último, para él, era más que un síntoma de que el jazz como lo conocía ya no existiría. Hacia adelante la historia no tiene muchos sobresaltos, hasta que el pasado 11 de octubre muriera de un ataque cardiaco un día antes de cumplir los 81 años en Los Ángeles, la ciudad de que lo hizo un fotógrafo al que no le gustaba la perfección técnica. El “jazz para los ojos”, como definía a la fotografía, quedó como recuerdo de su historia.

Web Oficial

3 comments:

Anonymous said...

Vi en su pagina oficial una foto de Judy Garland muy terrorifica tomada por este fotografo, pero las mejores son las de los musicos.

Pareciera que todas sus fotos son de los años 50.

Suerte

Anonymous said...

Poncio, ahora escuchamos teleradio?? jaja
apruebo totalmente los tres primeros lugares del "ranking GIEBLAST"

y esto cuando se actualizará?? te quedó moda este post.. jazz life es algo que quiero tener, y que he ojeado con cara de niñita pobre en la contrapunto

eso.

Tomás said...

Un clásico e inspiración. ¿La cita que abre el texto es de Claxton?

"Antes, era el músico y yo. Conocía su trabajo y le pedía que se fiara de mis instintos. Después debía contar con el director de arte, el manager, el abogado, el directivo de la discográfica, el maquillador, el estilista. Sencillamente, dejó de ser divertido"

Sencillamente genial. Verdad. Hoy en día Claxton se habría muerto de asco.

Saludos