Ser o No Ser...

Ocurre. Estar sentado frente a la pantalla y no saber si reír, emocionarse, asustarse o llorar de alegría frente a escenas que se niegan a ser clasificadas. Pocas veces una película despierta nuestro lado oscuro como lo logra "Una Historia Violenta" de David Cronenberg. La demostración sobre como nos hemos dejado transformar pacíficamente en lo que somos, por fuera. Un disfraz que sólo a algunos les pesa. "Me siento Violento" Unos cuantos lo han expresado libremente. Es simple si no prestamos atención: Tom Stall (Viggo Mortensen) es el dueño de una cafetería, tiene a Edie como su bella esposa (María Bello), dos hijos y la casa perfecta, pero un día es asaltado y se convierte en el héroe de un pueblo en el que nunca pasa mucho. Esta poco efectista historia sirve para entregar una serie de ideas sobre la violencia. Ejemplo: no es algo muy extraño, necesariamente no es generada por venganza o por injusticia. Está ahí casi todo el tiempo pero debemos ocultarla por la convivencia con la humanidad. Sólo basta un click que la desencadene para hacer que todo parezca ficción. La verdad, una que es mejor ver que contar. En la pasada premiación de la "academia " (los Oscar) esta cinta obtuvo dos nominaciones: mejor guión adaptado (basada en el cómic de John Wagner y Vince Locke) y mejor actor secundario (William Hurt como Richie Cusack, increible) pero no obtuvo ninguno de los dos. Para Hollywood no fue interesante y era una obviedad. No tiene demostraciones de actuación sino está bien actuada (¿se entiende?), no parece ambiciosa, no hace giros innecesarios en el argumento, no se sobrepasa en el tiempo, y por último posee una economía narrativa que deja en evidencia a quienes pretenden impresionarnos más con excesos que con historias. El resultado es grande, y esa es otra cosa. En otra lectura es una cinta de superhéroes y villanos. Reconocemos los personajes como si salieran del mundo del comic. Tom cree estar a salvo, hasta que todos saben que existe, exageradamente. Al pueblo idílico llegan verdaderos monstruos. Carl Fogarty (Ed Harris), un hombre con el rostro desfigurado nos revela lo que cree como pasado del padre perfecto. Y ahí aparece lo que trató de esconder, el historial que quiso borrar, la naturaleza que dejó guardada en un lugar que ya olvidaba. La verdad comienza a filtrarse aunque Tom no quiera, aunque se niegue a ser alguien llamado Joey. Somos lo que somos. Todo se refuerza con increibles peleas (y algo de gore), cambios de personalidad y la dualidad bien/mal existente en cada uno de nosotros. Todo, al borde de lo irreal. Lo interesante es que no cae en esa descripción, menos es más. A estas alturas podríamos creer que se aleja - por lo menos en la forma - a otras obras de Cronenberg como "Crash" (1996) o "Videodrome" (1983), pero aquí también está su visión sobre los medios, o sobre lo que ocurre en el interior de un ser humano y pretendemos ocultar para no ser catalogados como inhumanos. Es decir, nos sigue hablando de lo que no es conveniente hablar y sin reflexiones de moralidad. La diferencia es que esta vez Cronenberg no nos invita a su mundo, se inflitra en el nuestro.

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