"Girls & Boys" sonaba hasta el aburrimiento en 1994, pero desde antes Albarn, Coxon, James y Rowntree ya se encargaban de demostrar que ser irónicamente entretenidos era sólo un matiz en su propuesta y que la categoría de "britpop" poca justicia les hacía. Eso fue lo que ocurrió ayer en la - poco amigable - Pista Atlética del Estadio Nacional. Un recorrido que a medida que avanzaba nos hacía rejuvenecer.
Nunca se quedaron tranquilos y los cambios en sus siete discos marcaron una diferencia que también se hizo presente al verlos en acción. En "There's No Other Way", "Popscene", "Country House", "Coffe and TV" y "Song 2" entregaron altas dosis de energía y llevaron a que el karaoke masivo estuviera a la altura de una primera vez, pero con "This Is a Low", "End of a Century", "To The End", "Caramel", "Trim Trabb", "Beetlebum" y "Out of Time" dieron cuenta de que su entramado sonoro está formado por muchas otras capas, como años vamos sumando.
Voz, guitarra, batería, bajo y teclado iban desde cuidados arreglos hasta salvajes distorsiones, pero los cuatro amigos también hicieron aparecer de a poco un sinfín de detalles: desde el cartel que exigía la libertad de Frank Heweston (activista de Greenpeace detenido en Rusia), pasando por la publicitada presencia del actor Phil Daniels desatando la fiesta en "Parklife", hasta el conjunto de bronces que se lució en "The Universal" y los cuatro coristas que llegaron a su clímax en la inmensa "Tender". Pura emoción.
Oasis fueron los primeros en llegar, pero luego de ver a Pulp y Suede pareciera que Blur llegó a dar vuelta una página. ¿Fue corto? Sí. ¿Faltaron canciones? También. Pero fue perfecto, porque escuchar en vivo "Under the Westway" parece iniciar una nueva etapa y, aunque no hay planes de un nuevo disco, sería bueno seguir creciendo juntos.
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